Nací en un barrio apartado,
allá por los Mataderos,
y de pebete, nomás,
bailé el tango bien milonguero.
Me apadrinó el bandoneón
en mi lejana niñez
y en los bailongos rufleros
yo vi bailar los carreros.
Y por eso siento bien el tango,
porque en el fandango
lo vi y lo aprendí.
La corrida de costao
es necesaria, muchachos,
como la caña al borracho,
como el cuchillo al asao.
El ocho, che, ha de trenzar
haciendo hamacar la piba
y en forma provocativa
la sentada hay que marcar.
Soy pa'l tango como un trompo,
bailarín de meta y ponga.
Cuando salgo a la milonga
me salen a copiar
mi forma de bailar.
En los cortes me hago el rengo
y en las vueltas, con cuidao,
por la afinidad que tengo
me llaman "El Aceitao".
Soy pa'l tango como un trompo
porque el fuelle es un piolín.