Ella puso su grata tibieza
en mis noches de triste bohemia.
Ella puso sus flores de anemia
en mis sueños de frío y pobreza.
Mas un día llegó la riqueza
y cambió nuestras vidas. . .
Por eso entre copas, amigos y besos
la perdí por mi mala cabeza.
Y hoy, la llevo en mi negro lunatismo
como un grotesco fantasma de mí mismo.
Hoy la llevo en mis ojos doloridos
como una gota de llanto contenido...
Y la llevo, ¡Señor!,
como un eco que me sigue,
como un sueño hecho cenizas,
como un cargo de conciencia,
como un dedo acusador.
Sin embargo, hoy, que tengo riquezas,
me persigue implacable el hastío,
y es que añoro esas noches de frío
y el amor de su grata tibieza.
Ella puso sus flores de anemia
en mis sueños de locas fortunas.
Ella fue mi rayito de luna
que alumbraba mis noches bohemias.